El vino mexicano hoy en día
Ya es fácil visualizar un platillo mexicano acompañado de un vino nacional, gracias a los cambios de consumo.
Redacción por: Aura Toledo
El consumo de vino mexicano en el 2006 era de 240 ml per cápita y para el 2016 se incrementó hasta 750 ml, así lo señala Gabriel Padilla Maya, director general del Consejo Mexicano Vitivinícola. Además, señala que sólo el 20 por ciento del consumo es de vino mexicano, mientras que 70 por ciento es de producto chileno, argentino o francés y el 10 por ciento restante es de otras regiones. Esto muestra el interés de los mexicanos por la cultura del vino. Dicho mercado ha revolucionado gracias a la incursión de gente joven dentro de la industria, quienes se han encargado de proponer nuevas formas de consumo. De manera general, estos cambios abarcan dos ámbitos. El primero es el tipo de vinos que se están ofertando en el mercado y el segundo son las tendencias de maridaje.
La revolución de las etiquetas
En la actualidad existen etiquetas cuyos diseños resultan más atractivos que los que se encontraban hace algunos años. En cuanto al contenido, éstas son más descriptivas e informan al cliente sobre la manera en que se debe consumir la bebida. Con esto se ha dejado de lado las etiquetas austeras, que hasta cierto punto demandaban un mayor conocimiento sobre el vino. Así, se pueden encontrar botellas con nombres más fáciles de recordar. Tal es el caso de: convertible rojo, Paula, Casa Grande, o Mariatinto, entre otros. Como consecuencia, el acercamiento al vino ha sido menos complicado y más personal. Lo cual ha generado que el comensal se sienta con la confianza de que su elección no será errónea.
La tendencia en el maridaje
La diversidad de vinos que conforman el mercado actual ha generado que exista una mayor flexibilidad en torno a las reglas del maridaje clásico. Esto da pie a la creación de nuevas propuestas por parte de los chefs, las cuales están inspiradas en vinos de diversas regiones y cocinas del mundo.
Uno de los conceptos básicos para establecer un maridaje es la armonía. Ésta consiste en generar una sensación agradable a través de la combinación de elementos similares del vino y la comida. Por ejemplo, si decidimos abrir una botella de riesling jóven, que se caracteriza por sabores a melocotón, manzana, toronja, miel, rosas y una acidez refrescante, es decir que posee una acidez que no molesta nuestras papilas gustativas, éste se debe acompañar con platillos asiáticos, como el sashimi, el sushi o pescados asados, puesto que la acidez y los sabores herbales del vino se llevan bien con este tipo de sabores. Por otro lado, si lo quisiéramos combinar con platillos de origen mexicano, podríamos pensar en un ceviche, en un pescado zarandeado o bien en un aguachile. Otro tipo de maridaje es el que se hace con el vino y la comida urbana o los antojitos callejeros, los cuales acompañan diversos tipos de vino, como un cabernet, merlot o bien un espumoso. Se han puesto de moda gracias a la curiosidad del comensal.
Finalmente, creo que el vino nacional ha comenzado a formar parte de las mesas de los mexicanos, es decir, ya visualizamos un platillo mexicano acompañado de un vino del país, el cual puede ser blanco, tinto o espumoso. Esto es relevante desde el punto de vista gastronómico puesto que se va conformando una cultura del vino en México más sólida de lo que era hace algunos años.